Talleres y Conferencias

miércoles, 13 de abril de 2011

¿Es posible alcanzar la salud perfecta con tan solo desearlo?

La repetición armónica de un sonido produce música. La repetición armónica de un deseo produce milagros.
La medicina tradicional ostenta al ser humano como algo meramente físico, como un cuerpo sin alma, y como tal, lo trata, como si no tuviera, además, pensamientos ni emociones. La medicina convencional está obsesionada por la enfermedad, no por la salud. La enfermedad es una desarmonía interior. Es una llamada de atención. Es tu cuerpo  hablándote. O mejor dicho: gritándote.
Puedes ser gentil con tu cuerpo y tomar una aspirina si te duele la cabeza, pero, tienes que buscar dentro de ti  la raíz de ese dolor de cabeza, para reconocer el problema por el que estás pasando, enfrentarlo y ponerle solución. De esa manera no tendrás que tomar indefinidamente una aspirina para el dolor de cabeza. Porque, además, al no solucionar la raíz de tu dolor, el efecto de la medicina será cada vez menor, necesitarás dos aspirinas y después tal vez una inyección en la vena para calmar ese dolor. Y así te crearás una adicción a las medicinas que además te traerá otros efectos colaterales. Todos los medicamentos provocan efectos secundarios en mayor o menor escala. Te arreglan una cosa y te descomponen otra.
No estoy en contra de la medicina tradicional, sino de su uso indiscriminado y extremista. Hay quienes toman pastillas para dormir, pastillas para despertar, pastillas para la depresión y pastillas para otras dolencias. Estas adicciones y las enfermedades en sí,  no son otra cosa que falta de confianza en uno mismo, desatención inconsciente del cuerpo,  falta de fe y miedos, muchos miedos.
En el cuerpo físico se reflejan nuestros pensamientos, nuestro estado emocional y nuestro nivel espiritual o nuestro nivel de conciencia.
En otras palabras, lo físico, lo emocional, lo mental y lo espiritual, están entretejidos; están sutil y fuertemente entrelazados. Son una misma cosa. Somos seres integrales, somos una unidad. Somos un mecanismo maravilloso y perfecto en armonía total… o en desarmonía si es así como nos manejamos.
Cada pensamiento que generamos, envía mensajes bioquímicos a todo nuestro cuerpo. Sólo imagina que tienes un limón amarillo de cáscara delgadita, suave al tacto, que lo puedes apretar un poco, luego imagina que lo cortas con un cuchillo filoso y se derraman algunas gotas sobre la mesa, lo pones sobre tu boca y lo exprimes permitiendo que el jugo penetre en tu boca, sobre tu lengua, que toca tu paladar y todas tus papilas gustativas. ¿Salivaste? Sólo fue un pensamiento en tu cabeza. De la misma manera, cada pensamiento que tenemos produce efectos fisiológicos en nuestro cuerpo. Puedes cambiar tu pulso, tu presión arterial, incluso la temperatura de tu cuerpo, con determinados pensamientos.  Puedes cambiar todo tu estado fisiológico con un pensamiento.
El ser humano es lo que piensa. Si tus pensamientos son de dolor, de sufrimiento, de preocupación, de culpa o de rencor, es lo que inevitablemente se reflejará en tu vida. Si tus pensamientos son de apreciación, de gratitud, de alegría y de amor, la dicha y la salud se manifestarán en tu vida.
Todo es así de sencillo: imagina que avientas un huevo contra el piso, ¿qué crees que sucederá? Se romperá de seguro. De la misma manera (ley de causa y efecto) funcionan las cosas intangibles. Alberga pensamientos inferiores en tu mente y el dolor te perseguirá, alberga pensamientos superiores y la dicha te seguirá. Causa y efecto.
Entonces  tú tienes el poder de elección. Puedes elegir qué pensamientos acoger en tu mente y esos pensamientos que elijas, te producirán un estado, de ansiedad o de paz, dependiendo de cual haya sido tu elección.
De esta manera te conviertes en el amo y señor de tus pensamientos, hacedor de tu vida, creador de tus condiciones y de tu destino.

Imagina que cortas tu cuerpo por la mitad, separas tu lado derecho de tu lado izquierdo, qué pasaría, te morirías. Es lo mismo, al separar tu cuerpo físico, del emocional, del mental, del espiritual, sucede una muerte, una muerte en vida, un vacío, una perenne insatisfacción,  una falta de amor por ti mismo. Hablo del amor incondicional y absoluto, del amor hacia ti mismo como una unidad, como una creación perfecta, como un ser divino, de ese amor, que es el mismo amor hacia la vida, hacia la Tierra, hacia los animales, hacia la humanidad. El amor total.

Elegir los pensamientos adecuados es amarte a ti mismo. Los pensamientos de paz, de entusiasmo por la vida, de gratitud, de aceptación, de apreciación,  son pensamientos de amor. Este tipo de pensamientos te relaja, te sana, te recarga de energía, te fortalece. Este es un proceso activo. Te responsabilizas de ti mismo y actúas en consecuencia. Ponerte en manos de médicos o terapeutas en un proceso pasivo. Pones en manos ajenas tu salud, tu integridad física y tu vida. Y te olvidas que tanto la salud como la enfermedad vienen de dentro de ti. De la misma manera, solo es posible mantener la salud o sanar la enfermedad, desde dentro de ti. Cualquier medicamento y cualquier terapia es un aliviane. La salud perfecta es tu responsabilidad y tu premio. Es un  regalo que sólo tú te puedes dar.
Es posible alcanzar la salud perfecta con desearlo: actuando  congruentemente con este deseo. Armonizando cuerpo, mente, emociones y espíritu.

La vida fue hecha para ser vivida en gozo eterno, libertad infinita, amor incondicional y conciencia ilimitada. Cualquier cosa menos que eso te está haciendo perder completamente el objetivo de haber nacido humano. MSI

Nota: Este texto es la introducción de mi libro "La bendición del cáncer".

esperanza0205@msn.com

4 comentarios:

  1. Totalmente cierto. Gracias por compartir la nueva conciencia

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  2. Es verdad , somos lo que pensamos, comemos, sentimos, etc. Creo que tu blog esta muy interesante y espero que se una mucha gente. Saludos

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  3. Felicidades amiga!!!!!....me encanto tu Blog....Alma Rodríguez

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  4. Felicidades Esperanza, muy interesante!!

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